jueves, 13 de junio de 2013

LA OFIURA, que habita en los arrecifes, tiene en la parte superior del cuerpo una especie de armadura cubierta de lentes microscópicas que funcionan como un gran ojo compuesto.
Los bultitos cristalinos de la armadura son microlentes de alta calidad
Piense en lo siguiente: Cuando los científicos examinaron las placas de la armadura, descubrieron “un extraño conglomerado de protuberancias cristalinas más finas que un cabello humano”, informa la revista Natural History. Estos bultitos, hechos de calcita (carbonato de calcio), resultaron ser microlentes de alta calidad que concentran la luz en un conjunto de nervios aparentemente fotosensibles ubicados debajo de las placas. Cabe notar que las lentes tienen justo la forma necesaria para producir una imagen clara.
La química Joanna Aizenberg señala que el caparazón de la ofiura, que cumple un objetivo doble, “es muestra de un importante principio: los materiales biológicos suelen ser perfectamente capaces de cumplir funciones múltiples”.
Inspirados en la ofiura, los investigadores han desarrollado un método fácil y barato para fabricar conjuntos de microlentes de carbonato de calcio. Entre muchas otras cosas, se emplean en telecomunicaciones para conducir señales luminosas a través de fibras ópticas.

LA BALLENA jorobada adulta mide y pesa más que un autobús, y aun así, este colosal mamífero se sumerge y da giros en el agua con sorprendente agilidad. ¿Cómo lo logra? Parte del secreto está en la forma de sus aletas.
Piense en lo siguiente: La mayoría de las ballenas y demás cetáceos tienen aletas con el borde delantero liso. En el caso de la ballena jorobada, en cambio, el borde tiene una serie de protuberancias llamadas tubérculos. Dichas protuberancias canalizan el agua y la dividen en múltiples vórtices, o remolinos, creando turbulencia. Este “efecto tubérculo” le da a la ballena mayor impulso, lo cual le permite girar las aletas en ángulos más pronunciados sin “atascarse”. Además, reduce la resistencia al agua, un importante beneficio en vista de lo largas que son las aletas (casi un tercio de la longitud del cuerpo de la ballena).
Los investigadores están valiéndose de este concepto para diseñar timones, turbinas de agua, molinos de viento y aspas de helicóptero más eficientes.

CUANDO un animal hiberna, su temperatura corporal disminuye. ¿Hasta qué punto? Al parecer, un grupo de ardillas terrestres del Ártico han roto el récord, pues la temperatura de sus cuerpos llegó a los -2,9°C (26,8°F). A esta temperatura se suponía que sus cerebros se congelaran. ¿Cómo sobrevive este animalito?
Piense en lo siguiente: Cada dos o tres semanas, la ardilla comienza a temblar hasta que su cuerpo alcanza una temperatura de 36,4°C (97,5°F) y la mantiene de doce a quince horas. Los investigadores explican que este período, aunque corto, es fundamental para la supervivencia del cerebro de la ardilla. Además, parece que su cabeza se mantiene un poco más caliente que el resto del cuerpo durante el período de hibernación. En las pruebas de laboratorio que se les hicieron a las ardillas mencionadas antes, se descubrió que la temperatura de sus cuellos nunca bajó a más de 0,7°C (33,3°F).
Cuando la ardilla despierta, su cerebro vuelve a la normalidad en cuestión de dos horas. De hecho, según un estudio, funciona incluso mejor después de la hibernación. Los científicos están perplejos con este proceso y dicen que es tan sorprendente como si un bosque se regenerara en cuestión de días después de un incendio.
Los investigadores esperan que este estudio les ayude a comprender mejor el potencial del cerebro humano. Su objetivo es aprender a prevenir e incluso reparar el daño celular provocado por enfermedades cerebrales como el alzhéimer.